VIAJERO DEL LABERINTO
Viajero del laberinto o creador de mi laberinto. Voy
por la vida levantando muros donde no los hay. Cerrando las puertas que estaban
abiertas, colocando espejos que me confunden, cavando hoyos para caer en ellos,
volviendo sobre los mismos pasos, tropezando con la misma piedra, subiendo y bajando
escaleras que no llevan a ningún lado, mono-Escher que piensa, que avanza,
camina mucho y cuando se da cuenta que ha vuelto al mismo sitio se sienta o
vuelve a cavar un pozo y se mete dentro para aletargarse en él un buen tiempo.
Nací en Monterrey en 1968, el año de las Olimpiadas en México, el
año de lo de Tlatelolco. Soy la segunda de tres hijos, Jorge, Elena y yo. Jorge
no es hijo de mi mamá, sólo de mi papá. Elena y yo sí somos hermanas-hermanas y
nos llevamos tres años. Jorge es seis años mayor que yo. Yo soy la sandwich y
siempre me gustó serlo. Los grandes son raros, los chiquitos sobre protegidos y
los de enmedio somos ignorados pero libres.
Antes de hablar del laberinto por el que estoy viajando o en el
que estoy metida, voy a tratar de describir algunas partes de mi laberinto
interior comparándolo con el laberinto del mono.
"El mono lo pasa muy mal cuando le ignoran, le superan o le
contradicen, puede montar en cólera por ello y llenar su corazón de rencor; su
inseguridad interior se manifiesta en un auténtico complejo de superioridad,
donde logrará lo que desea como sea".
¡Andale! ¿De dónde salió
eso? ¿Será para que no esté diciendo que
no me importa ser ignorada con tal de ser libre? A ver, a ver, voy a ser
sincera. Es cierto. Me encanta pasar largas horas sola, pero me molesta mucho ser
ignorada, no caer bien, que se enojen conmigo. Caer mal me duele como patada en
el hígado ¿para qué me hago tonta? ¿Si no, por qué pasó lo de Pancho y muchas
más cosas que al ratito me acuerdo? Es verdad,
también la paso mal cuando me superan, cuando me equivoco y lo hacen notar y
sí, por supuesto que mi corazón se puede llenar de rencor, de ponzoña, de odio
y mi ansia de dominio, mi complejo de inferioridad-superioridad me da poderes
de brujería que salen como un rayo por mi dedo índice y ¡ay de aquel a quien yo
señale! No necesito hacer nada, porque mi maldición, de que se cumple, se
cumple. Sólo he maldecido de esa manera una vez. Lo de llenarme de odio y
deseos de venganza, eso pasa muchas veces y como viene se va con un simple
gesto de amabilidad de parte de la causa de mi odio. Pero lo de maldecir con
toda la intención, ya no lo hago, y no por arrepentida o bondadosa, si no
porque cuando lo hice no lo supe controlar y funcionó de carcacha, carcacha
todo lo que digas se te retacha. Y la verdad la pasé muy mal.
Los monos despiertan sentimientos encontrados, se les puede ver como
ingeniosos y divertidos o bien cínicos y faltos de moral; ambas caras de un
mismo animal.Son una buena oreja para escuchar
y su curiosidad les lleva a estar informados en distintas áreas; a veces se
muestran fanfarrones tratando de impresionar con lo mucho que saben. Los logros
repentinos pueden malograr al mono, sacando su naturaleza arrogante y soberbia.
Pues me
parece que sí. Me han llamado ingeniosa y divertida desde muy niña. Lo mismo
que esfinge insensible. Lo de cínica y
falta de moral a veces me lo creo, pero depende con la vara que se me mida,
afortunadamente hasta hoy nadie me lo ha echado en cara. Alguna vez pensé en
volverme cínica, pero cínica como Diógenes. La cosa es que siendo mujer y
citadina, andar de Diógenes en estos tiempos, no es muy buena idea, porque más que
seguir una corriente filosófica me convertiría en una vagabunda que habla sola
y que está pintada totalmente de color café, de pies a cabeza. Las personas me
sacarían la vuelta llenas de asco en lugar de oir mis enseñanzas. No, si he de
elegir el estilo de vida de algún filósofo griego, elijo a Epicuro y su
hedonismo moderado.
He
sido una oreja muchas veces. Por una u otra razón estoy junto a personas que
hablan hasta por los codos y yo escucho, escucho, escucho. Y eso de impresionar
con lo mucho que sé, hay alguien que me conoce bien y está totalmente de
acuerdo con decir que soy así. Sé que le molesta eso de mí.
Arrogancia
intelectual la tendría, como William de Baskerville o de Ockham y a veces la tengo, pero los parámetros con
los que me he comparado siempre, no me lo permiten.
Se siente estable en movimiento continuo y con estimulación constante. A
pesar de su increíble versatilidad, inteligencia, curiosidad y creatividad,
también se le ve como un animal calculador, embustero y desconfiado. El Mono no
se preocupa de los sentimientos de los demás, solo busca divertir y divertirse,
aunque muchos vean su actitud como molesta, ofensiva y maleducada.
Sí. Se puede decir que así fui. O que así soy y ahora
estoy en una pausa, tomando vuelo para correr más fuerte. Vuelvo con Diógenes.
Cuando ya era mayor, sus amigos le dijeron que ya era hora de descansar ¿Descansar? ¡Es ahora cuando tengo que
correr! ¡Me queda poco tiempo! Contestó Diógenes. Y eso pienso yo también,
que debo hacer muchas cosas; lo pienso pero no hago nada y sigo en mi metro
cuadrado viviendo una vida virtual.
Siempre quise habitar en muchos países, amaba los
cambios de casa, odiaba la rutina, necesitaba estimulación constante, fiestas,
eventos, paseos ¡lo que fuera! No me gustaba ni me gusta tener amigas
permanentes porque no quiero estar atada a nada ni tener compromisos. Ojalá lo
de ahora sea una pausa porque si no, qué desperdicio de vida.